Fue un trayecto bastante tranquilo, con castores potosos y escultas chismosas, pero no les estoy diciendo nada nuevo.
Una vez en San Mateo, nos encontramos con el Vegueta 131 y el Doramas 104 quienes también partían hacia su lugar de campamento y hacían una pequeña parada para hacer el viaje más ameno.
Llegamos a Tamadaba y nos bajamos en el parking que estaba a 15 minutos caminando de la zona de acampada, así que descargamos el material, las mochilas y nos echamos a patear.
Ya abajo, montamos casetas y demás, almorzamos todos juntos y fuimos a saludar a los otros grupos que también se alojaban por la zona.
Por la tarde, la UEAkorán comenzó a renovar su carta de unidad y a preparar el fuego de campamento, entre actividad y actividad, merendamos,ensayamos para el festijorge y bailamos la maraca.
En lo que Ana y Néstor miraban el pateo que realizaríamos posteriormente, los demás nos pusimos a terminar el tagoror y a recoger un poquito la parcela.
Llegó la hora de la cena, y esperábamos la comida con ganas ya que se nos había abierto el apetito con todo lo que habíamos hecho.
Seguidamente, hicimos el fuego de campamento, que se desarrolló en torno al tema de la interculturalidad y al finalizar fuimos a hacer los consejos,que sin duda, fueron los momentos mas íntimos y mágicos del
campamento para las distintas unidades que forman Grupo.
Fue una noche tranquila, sin nada extraordinario o fuera de lo normal y sí, sin chismes :(
Al despertar, desayunamos cositas ricas, como por ejemplo, las galletas con dulce de leche que nos habían hecho los castores ¡Gracias!
Ya tocaba desmontar las casetas y recoger para salir del campamento, cosa que nos ocupó toda la mañana.
Almorzamos y nos hartamos a naranjas, porque estaban todas ricas, pero teníamos miedo, por si nos entraban ganas de ir al baño...
A eso de las 5 de la tarde, comenzamos a patear, acabando el primer tramo a las 9 de la noche, así que había que tomar una decisión: caminar desde Artenara hasta Degollada de la Paloma de noche o dormir en Artenara.
Escogimos la primera, así que dejando el frío, el sueño y un poco de material atrás, nos pusimos en marcha para llegar lo antes posible.
Una vez allí, nos apalancamos en un mirador y nos quedamos muy dormidos, así que Darzee nos despertó para tapar con plásticos el lugar, colocar los sacos y cenar un poco de ramen.
A la mañana siguiente, calentamos el desayuno, nos lo comimos y tiramos pa' Teror.
El camino era cuesta abajo, así que la única preocupación que teníamos era que las fotos salieran bien.
Habíamos llegado cuando empezaron a aparecer lesiones físicas pero ésto, no nos quitó el hambre, así que nos apoderamos de un buen bocadillo, un buen refresco y... ¡a zampar!, porque la guagua salía en 1 hora.
En el Hoyo, nos despedimos todos deseando volver a vernos las caras para pasar momentos inolvidables como los vividos.
Queremos dar las gracias a Alejandra, por su actitud frente al pateo.
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